top of page

A Plea for Truth: What Are We Doing to Our Children?


A Plea for Truth: What Are We Doing to Our Children?

This is not about hate.

This is not about politics.

This is about truth—biological, medical, psychological, and moral truth.

And most importantly, it’s about the protection of our children.


We are living in an age where a generation is being taught that gender is a feeling, not a fact. Where children—many of whom can’t yet drive, vote, or fully understand their own brain chemistry—are being led into irreversible medical procedures that mutilate healthy bodies and leave behind lifelong consequences.


Let me be clear: Transitioning is not the cure for a confused identity. It is a permanent response to a temporary state.



The Science: What They’re Not Telling You


Children are being prescribed powerful puberty blockers like Lupron—originally developed to chemically castrate sex offenders. These drugs shut down natural hormone production, delay brain maturation, and can lead to permanent infertility, bone density loss, and cognitive decline.


Cross-sex hormones, like testosterone in girls or estrogen in boys, further disrupt the natural balance of a child’s body. Girls develop deep voices, facial hair, and permanent reproductive damage. Boys develop breasts, erectile dysfunction, and a suppression of natural testosterone they will never fully regain.


And then come the surgeries.

  • Double mastectomies are being performed on girls as young as 13. Healthy breast tissue, removed in an attempt to silence inner pain.

  • Penile inversion vaginoplasty, the procedure used to create a “neovagina,” results in a wound that the body sees as trauma. This canal must be dilated regularly or it begins to close and decay. The body fights to heal what it knows is a surgical wound, not a natural structure.

  • Phalloplasty, the surgical construction of a penis, involves grafting skin from other parts of the body and can lead to infections, nerve damage, loss of function, and over 20% revision rates.


And yet, this is being sold as “gender-affirming care.”


Where is the care in encouraging a child to remove their ability to feel sexual intimacy, to reproduce, or to experience their own body without lifelong regret?


The Psychological Toll


Studies have shown that 70-90% of children who experience gender dysphoria will outgrow it if left alone—if they are not affirmed, not socially transitioned, not pushed down a path of medical harm.


But when a child is affirmed, socially transitioned, and placed on a track toward hormones and surgery, they become trapped in an identity they may no longer want—but feel too far gone to escape.


The suicide rate does not go down post-surgery. In fact, the largest long-term study from Sweden found that those who had undergone gender reassignment were 19 times more likely to die by suicide than their peers. These aren’t numbers from a biased source—they’re from a country known for its progressive stance on gender.


Affirmation without boundaries is not love. It’s abandonment disguised as compassion.


A Moral and Spiritual Crisis


God made us male and female. That is not a limitation—it is a gift. And when we reject that gift, when we interfere with the natural design, we don’t find freedom. We find more confusion, more regret, more pain.


Jesus warned in Matthew 18:6, “If anyone causes one of these little ones to stumble, it would be better for them to have a millstone tied around their neck and be drowned in the depths of the sea.”


We will answer for this.


Parents: you do not need to go along with this ideology to be loving. You do not need to surrender your child’s body to medical experimentation in order to be seen as compassionate. You are not a bigot for saying no. You are a protector.


Doctors: First, do no harm. You were not trained to be ideological gatekeepers. You were trained to heal.


To those struggling with gender identity: You are not a mistake. Your body is not your enemy. The pain is real—but the solution being offered is not.


You deserve truth. You deserve healing. You deserve to live without carving up your body to chase an illusion that will never truly satisfy.


This is not love. This is not science. This is not justice.

It’s time to wake up.


Let us return to truth. Let us return to God. Let us protect our children.



Un Clamor por la Verdad: ¿Qué Estamos Haciendo con Nuestros Hijos?


Esto no se trata de odio.

Esto no se trata de política.

Esto se trata de la verdad: verdad biológica, médica, psicológica y moral.

Y, lo más importante, se trata de proteger a nuestros hijos.


Estamos viviendo en una época en la que se le enseña a una generación que el género es un sentimiento, no un hecho. Donde a los niños—muchos de los cuales aún no pueden conducir, votar o entender completamente su propia química cerebral—se les está llevando hacia procedimientos médicos irreversibles que mutilan cuerpos sanos y dejan consecuencias para toda la vida.


Seamos claros: la transición no es la cura para una identidad confundida. Es una respuesta permanente a un estado temporal.


La Ciencia: Lo Que No Te Están Diciendo


A los niños se les están recetando bloqueadores de la pubertad muy potentes como el Lupron—originalmente desarrollado para castrar químicamente a delincuentes sexuales. Estos medicamentos detienen la producción natural de hormonas, retrasan la maduración cerebral y pueden causar infertilidad permanente, pérdida de densidad ósea y deterioro cognitivo.


Las hormonas cruzadas, como la testosterona en niñas o el estrógeno en niños, alteran aún más el equilibrio natural del cuerpo infantil. Las niñas desarrollan voces graves, vello facial y daños reproductivos permanentes. Los niños desarrollan senos, disfunción eréctil y una supresión de la testosterona natural que nunca recuperarán por completo.


Y luego vienen las cirugías:

  • Mastectomías dobles se están realizando en niñas desde los 13 años. Tejido mamario sano, removido en un intento por silenciar el dolor interno.

  • Vaginoplastia por inversión peneana, el procedimiento para crear una “neovagina”, da lugar a una herida que el cuerpo interpreta como trauma. Este canal debe dilatarse regularmente o comienza a cerrarse y a descomponerse. El cuerpo intenta sanar lo que reconoce como una herida quirúrgica, no una estructura natural.

  • Faloplastia, la construcción quirúrgica de un pene, implica injertos de piel de otras partes del cuerpo y puede causar infecciones, daño nervioso, pérdida de función y tasas de revisión superiores al 20%.


Y, sin embargo, esto se está vendiendo como “atención de afirmación de género.”


¿Dónde está el cuidado en alentar a un niño a renunciar a su capacidad de sentir intimidad sexual, de reproducirse o de experimentar su propio cuerpo sin arrepentimiento de por vida?


El Costo Psicológico


Estudios han demostrado que entre el 70% y el 90% de los niños que experimentan disforia de género la superan si se les deja en paz—si no se les afirma, no se les transiciona socialmente, y no se les empuja por un camino de daño médico.


Pero cuando un niño es afirmado, transicionado socialmente y puesto en camino hacia hormonas y cirugía, queda atrapado en una identidad que puede que ya no desee—pero de la que se siente demasiado lejos como para escapar.


La tasa de suicidio no disminuye después de la cirugía. De hecho, el estudio más grande y a largo plazo realizado en Suecia encontró que las personas que se sometieron a reasignación de género tenían 19 veces más probabilidades de morir por suicidio que sus pares. Estas no son cifras de una fuente parcializada—provienen de un país conocido por su postura progresista sobre el género.


Afirmar sin límites no es amor. Es abandono disfrazado de compasión.


Una Crisis Moral y Espiritual


Dios nos creó hombre y mujer. Eso no es una limitación—es un regalo. Y cuando rechazamos ese regalo, cuando interferimos con el diseño natural, no encontramos libertad. Encontramos más confusión, más arrepentimiento, más dolor.


Jesús advirtió en Mateo 18:6: “Si alguien hace tropezar a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran al cuello una gran piedra de molino y lo hundieran en lo profundo del mar.”


Daremos cuenta por esto.


Padres: no necesitan seguir esta ideología para ser amorosos. No necesitan entregar el cuerpo de sus hijos a la experimentación médica para ser vistos como compasivos. No son intolerantes por decir que no. Son protectores.


Doctores: Primero, no hacer daño. No fueron entrenados para ser guardianes ideológicos. Fueron entrenados para sanar.


A quienes luchan con su identidad de género: No eres un error. Tu cuerpo no es tu enemigo. El dolor es real—pero la solución que te están ofreciendo no lo es.


Mereces la verdad. Mereces sanar. Mereces vivir sin mutilar tu cuerpo persiguiendo una ilusión que nunca podrá satisfacerte de verdad.


Esto no es amor. Esto no es ciencia. Esto no es justicia.

Es hora de despertar.


Volvamos a la verdad. Volvamos a Dios. Protejamos a nuestros hijos.

bottom of page